Es una mujer entera
con una sonrisa pícara,
a veces triste,
a veces pícara y triste,
desesperada,
sin consuelo,
se bajó de la alegría automática,
cruzó las calles
que le descubrieron las huellas
de otros desastres.
Quisiera tener el rostro
menos intervenido
por el tiempo,
aunque para ello debía desistir
de las sombras,
de ver las sombras.
Poseía un cuerpo bien andado
y bien vivido
que sabía defenderse de dios
y de los hombres.
Yo no quise robarle los sueños
ni cambiar su destino
pero ella insistió
en saber más.
Quise llamarla amor
cuando ella me llamó simplemente futuro.
Comentarios
Publicar un comentario