Los muertos no se quieren
ir,
los echan,
a patadas,
no queremos irnos
del único lugar que
habitamos,
nos aterra lo desconocido
-el mundo más allá del
mundo-,
tened piedad,
trabajamos aquí,
sufrimos aquí,
qué podemos esperar del
túnel
sino más y más túnel,
un agujero eterno
donde bajamos como Alicia,
pensando en nuestras
cosas,
en cosas de vivos,
en pensamientos manidos
por los siglos,
contando historias y
contando tiempo,
bajando y bajando
en un vaivén adormecedor
que nos canta
la canción
de la espera absoluta.
¡Qué solos se quedan los vivos!
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